Desde la antigüedad, el hombre ha tenido constancia de tiempos pasados a los que se referían mediante los “Mitos de origen”, donde se relataba de manera científica el origen y el pasado de la humanidad. El interés hacia los restos pasados era muy estéril y no se desarrolló una arqueología científica como la actual.
Durante el Renacimiento se dio la conocida corriente de pensamiento humanista donde se volvió los ojos a la Antigüedad buscando su esplendor, sobre todo en el arte. En este momento los objetos antiguos, en especial los artísticos, cobraron una importancia especial pero sólo como objetos para coleccionar y en algunos casos( el de los grandes artistas de la época) para inspirarse. Esta idea de coleccionar restos “ bellos” se denominó como anticuarismo.
Fue ya en el siglo XVII y en especial durante la Ilustración del XVIII cuando se recuperó el término de arqueología, al desarrollarse la historia crítica. La elaboración de esta nueva historia estuvo apoyada en una serie de disciplinas auxiliares como la Epigrafía, la Numismática, o la propia arqueología, que por entonces fue definida como el estudio de los monumentos antiguos que pudiesen dejar un testimonio del pasado.
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Sestercio de Nerón. Acuñado en Lyon en el 67 d.C. (con 25,82 gr. de peso). Fuente: Google Imágenes. |
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Retrato de Winckelmann por Rafael Mengs. Fuente: Wikipedia. |
Dentro de la propia arqueología, hay una serie de periodizaciones necesarias a la hora de analizarla y de enseñarla que restringen su campo de información. Entre los distintos tipos de periodizaciones que existen, tiene un mayor uso la cronológica, que divide los períodos según sus características en temas de sociedad, economía, adelanto tecnológico, etc.
Bibliografía utilizada:
GUTIÉRREZ LLORET, S. (2001): Arqueología: introducción a la historia material de las sociedades del pasado. Universidad de Alicante.
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